BÚSQUEDA
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En un café a medianoche.
En un embarcadero desierto.
En la playa, en los montes.
En el confín remoto
de una caricia
a destiempo.
En la tapicería de tu coche.
En los compases envolventes
de las canciones del verano
en que
caminaste sobre el mar,
y convertiste el agua en vino,
y resucitaste la carne,
de aburrimiento y rutina,
muerta.
En los
paisajes esquivos
de un mal poema.
En todas y cada una de las horas
que con él recuerdas.
Ahí encontrarás a Dios.
No hace falta que vayas a Tierra Santa:
que no te engañe su nombre.
Ella es como tú:
tiempo, polvo,
simplemente tierra.
Raúl Sánchez
Alegría 19 de septiembre de 2019
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