NIRVANA DE SALDO
NIRVANA DE SALDO
Un cono azul
acariciaba mi mejilla.
La suavidad del mar
resbalaba por la almohada
y el mundo era una bola
de algodón de azúcar.
Flotaba.
La luz no existía.
Una oscuridad cálida
abrigaba mis sentidos
anestesiados.
Ataraxia.
No existir.
No ser.
No padecer.
Volar.
Vértigo da asomarse
a ese precipicio
pero
¡es tan agradable!
Escarcha, escarcha, escarcha…
Hielo en las acequias
que riegan mi corazón.
Raúl Sánchez Alegría 7 de enero de 2020
La tentación de abandonarnos nos persigue a todos continuamente. ¡Asomarse al precipicio de la vida sí que da vértigo! Acompañarnos por personas que nos den calor y derritan nuestro hielo nos ayudará a seguir camino. No olvidemos que todos somos fuente de calor incluso sin saberlo ni pretenderlo. ¡irradiemos!
ResponderEliminarGracias Marta por ahondar y reflexionar en el / con el poema. Somos llama, podemos y debemos compartir nuestro calor y luz. Un abrazo.
Eliminar