CÁCTUS Durante años, el tiempo pasó sin tener sentido. Las cosas transcurrían sin dejar huella. Todo acontecimiento era anécdota. Pasaron las estaciones, los premios, las finales, las músicas, modas, películas, escándalos, legislaturas, algún Santo Padre que otro, los trabajos, la vida, las edades… Y él seguía ensimismado. Un agujero negro, estable, congelado, profundo, infinito, transitaba por la historia, la vida, la tierra, el tiempo. Nada salía ni entraba en él. Tras la debacle, tras los cataclismos, tras las muertes – figuradas y reales- de personas y personajes, de ideales y sistemas, de paises y paisajes, en ese nuevo amanecer tecnológico y cínico, despertó. Comprobó que el mundo, el tiempo y él eran lo mismo: un tremendo y triste disparate. Casiopea 15 de agosto de 2024 R.S.A
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