PESADILLA

 





PESADILLA

 

 

Dormitan los metaneros

frente al abra.

 

Un niño, inmóvil,

oculta su rostro

en un charco.

 

La almohada no es cobijo.

 

Los ruidos de fondo

traen ecos

de jaleo doméstico.

 

Un grito. Otro. Otro.

Silencio.

 

Pandean los metaneros

al ritmo de las olas.

 

Al ritmo de los gritos

el rostro del niño

se diluye en cemento.

 

Y despiertas.

“Buenos días”, dices

espantado por tus sueños.

 

Las ambulancias no llegaron.

 

Los metaneros embocan

el puerto.

 

Y ella, se maquilla,

lentamente,

ocultando morados silencios.

 

La almohada gime:

no, no son buenos días.

No, no fue un mal sueño.

 

Raúl Sánchez Alegría 2 de noviembre de 2021

 

 

 

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