NADA
NADA
Ella quedó anclada en la dialéctica. En el lenguaje racional y revolucionario digerido, a toda prisa, en el camino que iba del colegio de monjas al colegio mayor, del salón de actos al salón de la Casa del Pueblo, del pueblo que siempre odió, del pueblo que quiso huir –inútilmente- pues el pueblo - , como la ciudad de Kavafis, en ella habitaba.
Ella predicaba, pero no daba ejemplo. Nunca fue madre proletaria, nunca fue proletaria, fue jeja de negociado, por méritos (¿cuáles?) no por oposición, aunque en la oposición, sin responsabilidad alguna, siempre estaba. También fue compañera de alguien, al que eternamente calentó la cabeza y alguna vez permitió que –solo- le calentase la cama.
Ahora, nostálgica contempla la aurora de un nuevo mundo que no comprende, tampoco comprendió el anterior, ahora, como entonces, no entendió nada.
Raúl Sánchez Alegría 27 de septiembre de 2020
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